Barton Fink (1991), cuarta película en la filmografía de los hermanos Coen, es para muchos su obra más compleja y fascinante. Producida en los márgenes de lo que ha dado en llamarse el Nuevo Hollywood, y definida por sus mismos autores como «una incómoda comedia sobre el hombre de la calle, los guionistas a sueldo y las decapitaciones», el filme esconde, tras su apariencia de satírica revisión de la época dorada de los grandes estudios, un buen número de sentidos ocultos, siendo sus posibilidades interpretativas realmente numerosas.