Introducción. El inicio mallorquín. La expansión nacional. La adquisición de Hotasa. Fiebre compradora. La internacionalización. Meliá ensancha el horizonte. La hija del presidente. El relevo generacional. La salida a Bolsa. La aventura latinoamericana. El patinazo. La fusión. La nueva visión del cliente. La multinacional llega al corazón de Europa. Sol Meliá elige novio.
Cuatro décadas y dos generaciones han situado a Sol Meliá al frente de la industria hotelera española. Lo que empezó siendo un pequeño hostal familiar en Palma de Mallorca se ha convertido en un imperio de 400 hoteles y 100.000 habitaciones repartidos por más de 30 países. Hoy Sol Meliá cotiza en Bolsa y cuenta con una plantilla de más de 33.500 empleados.
Pero para llegar a situarse entre los líderes mundiales del sector, la compañía fundada y gestionada por la familia Escarrer ha debido afrontar momentos dulces y amargos, ha acometido operaciones que han marcado hitos y ha sido pionera en implantar sistemas de gestión modernos y con visión de futuro.
La compra de Hotasa, la cadena expropiada por el Gobierno a Rumasa; la adquisición de Meliá a un difícil interlocutor italiano; la construcción de un hotel de lujo en Bali cuando era una isla virgen; la creación de una red hotelera en Cuba; la salida a Bolsa mediante una ampliación de capital; la apertura de establecimientos en las principales capitales europeas, y la integración con la cadena Tryp, son algunos de los momentos más intensos que ha vivido la compañía.
Y junto a ello: los errores de cálculo al segregar actividades que más tarde dificultarían un crecimiento rápido y ordenado, la creación de una sociedad inmobiliaria para el mercado latinoamericano (MIA) que se hundió en Bolsa y la vuelta a la integración de todo el negocio hotelero en la nueva Sol Meliá. Si hay algo que siempre ha caracterizado a este grupo español es la agilidad para rectificar y la facilidad de adaptación ante las nuevas situaciones.